Abonado
de arbustos del jardín
Explicación del abonado de arbustos para cada
uno de los dos casos siguientes:
- Arbustos plantados en la tierra del jardín
- Arbustos
en macetas, jardineras u otros contenedores
Arbusto en la tierra del jardín - Arbusto en macetón
En
esta página vemos el primer caso y en otra
página, tienes la explicación de
cómo
se abonan los arbustos plantados en macetas.
Arbustos
plantados en la tierra del jardín
Los
arbustos se deben abonar todos los años,
y ello se puede hacer:
1.
Sólo con abonos orgánicos
2.
Sólo con abonos minerales (llamados
fertilizantes químicos)
3.
Con abonos orgánicos más abonos
minerales
1.
Abonar SÓLO con abonos orgánicos
Compost:
abono orgánico
El primer método consiste en emplear
únicamente materiales como estiércol,
mantillo, compost, humus de lombriz, guano
o cualquier otro fertilizante de origen animal
o vegetal.
Estos
materiales orgánicos producen muchos beneficios,
entre otros, los siguientes:
- Mejora la tierra haciéndola más esponjosa y aireada (estructura migajosa).
- Ayuda a retener agua (muy interesante en suelos arenosos).
- Favorece la vida microbiana del suelo ("da vida").
-
Suministra nutrientes a medida que se descomponen,
por ejemplo, Nitrógeno.
- Sale caro, especialmente si son muchas plantas.
-
En determinados momentos las plantas necesitan
importantes cantidades de Nitrógeno
y de otros elementos que los abonos orgánicos
quizás no puedan suministrarlos, ya que
van descomponiéndose poco a poco, liberando
el Nitrógeno a su ritmo, según
el clima y el tipo de suelo.
En cualquier caso, es una opción perfectamente
válida y además, ecológica.
Hoy existen en el mercado sacos de estiércol
que no huelen mal (o poco) y compuestos orgánicos
interesantes, incluso enriquecidos con Nitrógeno,
Fósforo, Potasio, etc.
La mejor época de aplicación
es en invierno (también sirve el otoño
avanzado), para que en primavera empiece a liberar
elementos minerales para la planta como consecuencia
de la descomposición que efectúan
los microorganismos del suelo.
La cantidad media a aportar sería de unos
500 gramos de abono orgánico por cada arbusto.
Opciones: estiércol, mantillo, compost
o incluso turba; si es guano, mucho menos, lee
en el envase la dosis. Otra forma de expresar
la dosis consistiría en extender por
el suelo una capa de 2 ó 3 cm de abono
orgánico (guano, menos).
Se entierra un poco, sin profundizar casi
nada para no romper raíces. La lluvia y
el riego se encargarán de hacer bajar las
sustancias.
2.
Abonar SÓLO con fertilizantes minerales
Esta
segunda opción es más habitual que
la primera. Es decir, no echar nada de materia
orgánica (estiércol, el compost,
la turba, etc.), sino únicamente fertilizantes
químicos.
Resulta
más económico, pero no se mejora
el suelo, puesto que los fertilizantes químicos
lo único que hacen es un aporte de nutrientes
puro y duro (Nitrógeno, Fósforo,
Potasio, Magnesio, Hierro, etc.), ni humus, ni
mejora las propiedades físicas del suelo
como hacen los abonos orgánicos, ni nada
más.
Los
fertilizantes químicos que puedes emplear
son:
Fertilizantes minerales convencionales
15-15-15,
20-20-20, 8-20-12..., Nitrato amónico,
Urea, Cloruro potásico, Superfosfatos,
etc. Por poner un ejemplo de marca comercial:
Nitrophoska.
Un
abono 15-15-15 ó 20-20-20 es equilibrado
en los tres elementos Nitrógeno, Fósforo
y Potasio y sirve para la mayoría de los
casos.
Si
usas los fertilizantes convencionales, con
esparcir un puñado de gránulos en
la base del arbusto una vez el mes o cada dos
meses (en invierno, nada), es suficiente.
También podrías echar unos 30-40
gramos por arbusto una vez en primavera y otra
en otoño, pero no es tan perfecto como
ir aportando mes a mes.
Riega
siempre después de abonar.
Fertilizantes de lenta liberación
El
otro tipo de fertilizante químico que puedes
utilizar es el de lenta liberación.
Son
mejores, puesto, como su nombre indica, proporciona
a la planta nutrientes poco a poco, los va soltando
a lo largo de 3 meses o más y el riesgo
de "quemar" a la planta por exceso de
sales se reduce mucho. Son cómodos porque
con 2 ó 3 aplicaciones al año, es
suficiente.
El
precio es mayor que los abonos clásicos
solubles anteriores, pero merece la pena. Una
marca comercial de ejemplo: Osmocote.
La
dosis de fertilizantes de lenta liberación
estará entre 25 y 50 gramos a aportar por
arbusto cada vez. Si el arbusto es de pequeño
tamaño o necesita poco alimento, echa 25
gramos, y si es de tamaño mediano o grande,
o bien, es exigente en nutrientes, echa 50 gramos.
Por ejemplo, para un Rosal, se pueden añadir
30 gramos en primavera y otros 30 gramos en otoño.
Estas
cantidades son orientativas, en el envase suele
indicar datos.
Los
de lenta liberación, se echan 2
veces al año, una en primavera y otra en
otoño.
3.
Abonar con abono orgánico MÁS abono
mineral
Abono
orgánico - Fertilizante
mineral
La tercera opción posible es la más
completa porque se mejora el suelo gracias al
abono orgánico y también
se enriquece con abundantes nutrientes (Nitrógeno,
Fósforo, Potasio, etc.) gracias al abono
mineral o químico. Obviamente, también
es la más cara, especialmente cuando se
trata de un jardín con muchos arbustos.
Si
te lo puedes permitir y buscas la máxima
calidad, hazlo así:
Aporta abono orgánico en invierno, unos
500 gramos por cada arbusto. Opciones: estiércol,
mantillo, compost o incluso turba; si es guano,
mucha menos cantidad, lee en el envase la dosis.
Otra forma de expresar la dosis consistiría
en extender por el suelo una capa de 2 ó
3 cm de abono orgánico. Se entierra ligeramente.
Carencia
de Zinc
Además del abono orgánico, un
abonado mineral en primavera a razón de
25 gramos de fertilizante de lenta liberación
por arbusto más otros 25 gramos en otoño
por arbusto. Vemos que son cantidades menores
de fertilizante que en el caso de abonar sólo
con fertilizantes químicos, ya que la materia
orgánica también proveerá
de alimento a las plantas.
Quizás deberás añadir un
poco de quelatos de hierro y de
otros micronutrientes con el fin de conseguir
unas hojas más verdes previendo la carencia
de Hierro que provoca el amarilleo de hojas.
Consejos
generales sobre abonado
Los suelos arcillosos tiene más nutrientes
que los suelos arenosos, que son más
pobres. Ejemplo extremo de suelo arenoso es la
arena de la playa. Por eso, en los suelos arenosos
hay que abonar más y se recomiendan especialmente
los fertilizantes de lenta liberación
para que no se pierda tanto por lavado profundo
arrastrado por el agua de riego y lluvias.
Hay arbustos interesantes por sus hojas
(ejemplo, laurel) y otros interesantes por
sus flores (ejemplo, rosal).
Para los arbustos interesantes por sus hojas conviene
más los abonos ricos en Nitrógeno
que favorece el crecimiento de hojas.
Para los arbustos interesantes por sus flores
son muy importantes los abonos ricos en Potasio.
El Potasio estimula la floración de las
plantas. A finales de primavera, cuando ya ha
crecido tras tomar Nitrógeno, cambia a
un abono que tenga mas Potasio que Nitrógeno
en su composición.
Por tanto, abono rico en Nitrógeno para el crecimiento, y otro rico en Fósforo y Potasio luego, para la floración.
El exceso de Nitrógeno produce muchas
hojas, pero una floración escasa. Aplica
un fertilizante completo, con Nitrógeno,
Fósforo, Potasio en equilibrio para mantener
el color intenso de las hojas y permitir que la
planta desarrolle muchas flores.
Carencia de Hierro en Rododendro
A veces se pueden presentar carencias de nutrientes.
Consiste en que falta uno o varios de los 12 elementos
esenciales para toda planta (Nitrógeno,
Fósforo, Potasio, Magnesio, Calcio, Azufre,
Hierro, Manganeso, Molibdeno, Zinc, Cobre y Boro),
lo que ocasiona síntomas diversos.
Por ejemplo, es muy común la carencia
de Hierro (Fe) en los suelos que tienen un pH
alto, es decir alcalinos (calizos), ya que
con este pH se encuentra en gran medida insolubilizado,
es decir, como mineral (imagínate una piedrecita
por así decirlo) y no puede ser tomado
por las raíces. Sensibilidad a clorosis
tienen Callistemon, Hibisco, Nandina, Tecomaria,
Glicinia, Camelia, Hortensia, Gardenia, Rododendro...
entre otras muchísimas plantas.
Si se produjeran carencias minerales, tras su evaluación para intentar determinar qué está faltando, deberás corregirlas aportando ese o esos elementos con fertilizantes que los contengan.
Cuando son carencias de micronutrientes (Hierro, Manganeso, Zinc, Boro, Cobre o Molibdeno) es factible corregirlas mediante un abono foliar, es decir, pulverizándolo sobre las hojas.
Los abonos foliares resultan muy interesantes
para micronutrientes porque la planta necesita
pequeñas cantidades. La clorosis férrica
se puede paliar en 24 horas con un abono foliar.
Con los abonos foliares procura no pasarte de dosis
ni aplicarlos con sol fuerte, sino al atardecer,
ya que se podrían producir quemaduras en
las hojas.
También es frecuente ver excesos en
el abonado.
Una consecuencia la hemo dicho ya: un exceso de
Nitrógeno puede reducir la floración,
da muchas hojas pero pocas flores.
Quemaduras
por exceso de sales
El exceso de fertilizantes produce toxicidad que puede "quemar" las plantas. Hay unas especies más sensibles que otras. El síntoma típico de sobredosis son las puntas de las hojas "quemadas".
Una aplicación tardía
de otoño puede provocar un crecimiento débil
y que la planta se vea perjudicada ante la aparición
de las primeras heladas.